Nos encontramos en una complicada encrucijada. Parece que del 2008 hasta hoy se ha desperezado un monstruo que se resiste a seguir durmiendo, un mercado alimentado por los enromes flujos de capital que no ha podido resistir a levantarse y crecer. El problema es que el sistema financiero no estaba preparado para enfrentar ciertos retos. La crisis de las hipotecas sub prime y la posterior crisis de deuda demuestra que a nivel local, Europa no está preparada para hacer frente a los retos que se presentan. Incluso a nivel comunitario y pese a que las medidas adoptadas se pueden considerar exitosas, no han servido para frenar la caída de algunas economías poco preparadas.
En Grecia hemos visto como el déficit y la inflación han devorado a una economía que se pensaba sana. Otros casos son Irlanda o Portugal. Sin embargo, Italia y España, una con un enorme déficit y otra con una quinta parte de la población activa en situación de desempleo fintan a diario para que el monstruo no les coma.
Como decía, las políticas monetarias llevadas a cabo por el BCE son exitosas pero siguen sin estar a la altura. No resuelven el problema y desde Alemania y demás potencias del norte se nos insta a tomar medidas fiscales restrictivas que ahogan el bienestar social. El politiqueo de medio pelo, el efecto electoralista de toda política contemporánea no ayuda mucho a resolver el conflicto con el mercado. España vive una de las peores crisis de su historia y desanima mucho ver a unos y otros echarse los trastos a la cabeza mirando de reojo a un aletargado elector que ni sabe lo que está pasando de verdad. Vemos como ahora, de repente se ponen de acuerdo gobierno saliente y entrante en un abrir y cerrar de ojos para llevar una postura consensuada a una Cumbre Europea a una semana vista. De tal forma, que si la situación es tan complicada y nos jugamos el ser o no ser, los colores desaparecen y todos vamos a una. Por tanto ¿a qué viene tanto circo con la campaña electoral? Dejemos de ser borregos. Aprendamos el gusto por enterarnos de las cosas y creemos opinión.
Sabiendo entonces que podemos llevar una política económica común, sea del color político que sea, hemos de darnos cuenta que es Europa quien está en juego. Hemos visto como las políticas monetarias funcionan pero no son suficientes. Poco remedio para tan grande bicho.
Toca meter mano a la política fiscal, con el enorme agravio que lleva consigo tocar las soberanías. Quizá haya llegado el momento de dar un paso más en el camino de la integración europea. Un pasito más para la consolidación de unos quiméricos Estados Unidos de Europa (me entran escalofríos el escribir esto) ¿Será el remedio definitivo? Veremos